miércoles, 14 de julio de 2010

Vocación (extraído de "Mercado El Cardonal")

Estar al borde del fracaso, o lograr el éxito, era algo de lo que ya sabía Atanasio Díaz. Su padre no estaba, y el muchacho salía a vender empanadas que su madre hacía los domingos en su natal Antofagasta. Pero ese domingo no había nadie en la cancha. En el lugar, el joven Atanasio se encontró con un dulcero en las mismas circunstancias. A ellos se acercó un tipo sin nada, que les dijo que quizá estarían en la cancha de los gringos. Y fueron los tres. El mirón lo ayudó con un canasto, que Atanasio apenas podía sostener en los brazos infantiles, y se encontraron con los jugadores y los familiares hinchas. Don Atanasio, con el canasto entre las piernas, recibía el dinero y sacaba las empanadas, primero la plata, después la empanada.
Ya se acercaba la noche, y en el puesto de la feria de los Sepúlveda quedaba mercadería. Entonces Eduardo y sus hermanos se la repartían, e iban por el plan de Valparaíso liquidándola como ambulantes. Apenas cumpliría los diez años, pero conocía la feria hace un tiempo:
“Me crié en la feria. Digamos, me parieron, y de ahí… Pero esto es verdad. Estaba el Hospital Deformes, donde está el Congreso. Me parieron, y mi mamá se va pa´ la feria y me meten debajo de un tablero. Ahí… me crié” (Eduardo Sepúlveda, pilastrero).
Cuando a Juan Gaete lo dejaban en la casa se ponía a llorar. Sus hermanos mayores echaban a andar el camión y a veces lo llevaban, más que nada para que dejara de molestar. Cuando aún cursaba el Liceo, el mismo echaba su mercadería en el camión fletero de su hermano, no en grandes volúmenes, aprovechando el espacio de sobra. Ya conocía a quienes dejarle la mercadería. A los 17 años llevaba productos y se devolvía hacia La Cruz conduciendo sin documentos. Se iba antes de las 7 de la mañana de Valparaíso, hora en que comenzarían a controlar los carabineros.

1 comentario:

  1. Que valiosa esta gente, que dignos son estos trabajadores porteños de los mercados del puerto, de Santiago, provincias y comunas chilenas, realmente me produce un gran orgullo que aún existan personas que se ganen el sustento bien ganado...que ejemplo los admiro en realidad compatriotas de esfuerzo, un abrazo de un porteño y columbo jubilado.

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