miércoles, 14 de julio de 2010

Perros patipelados (extraído de "Mercado El Cardonal")

En su visita a Chile, la Reina Isabel caminaría por Avenida Brasil. En esa ocasión, los patipelados del Mercado se levantan para trabajar, pero son llevados a las comisarías en vehículos policiales.
“Los encerraron a todos en las comisarías por el día, pa´ que la Reina Isabel no viera que teníamos piojos, cuando el piojo lo tiene todo el mundo. Porque nosotros tapamos lo que no tenemos que hacer, tapamos la vulgaridad, el ser mentiroso, farsante. El Roto chileno fue el hombre que se le atravesó a la Reina Isabel, aquí, al otro lado, en Brasil, aquí se le atravesó, por entremedio de la gente, se le puso con el clavel en la mano y se le arrodilló y le dijo un verso. Los pacos que eran verdes, quedaron amarillos” (Allendes, cargador).
El Allendes no lo vio, pero se lo contaron y así lo imaginó: un hombre patipelado, gateando como un perro por entremedio de las piernas de una multitud deseosa de tocar, de abalanzarse sobre la Reina Isabel. Igual que un perro que es escondido por un colectivero la noche anterior al desfile del 21 de mayo. Vivo, cuando llega el Presidente, el perro se cuela entre la masa que marcha a la protesta y el control policial, y comienza a ladrar a los marinos que desfilan. Los carabineros verdes vuelven a ser amarillos, estatuas que no saben qué hacer, hasta que uno reacciona y le pega una fuerte patada de bototo(dos veces más fuerte), que, obviamente, no es captada por la cámara que transmite en vivo por cadena nacional.
El Roto Chileno siempre andaba vinagre, y eso le pasó la cuenta, ya que el alcohol le hizo perder paulatinamente el sentido de realidad. Muchas veces terminaba mostrando las partes íntimas, por lo cual era metido en la “cuca” por carabineros, y como no tenía sentido llevarlo a la comisaría, tomaban sus propias medidas:
“..lo pescaban y lo llevaban pa´ arriba, pa´ los cerros. Y lo metían pa´ los bosques pa´ adentro, y allá lo dejaban botado al Roto Chileno. Le daban un par de vueltas, lo emborrachaban, y ahí lo dejaban botado. Entonces los carabineros de Chile mataron al Roto Chileno” (Allendes, cargador).

Lluvia
Cuando llovía en el Mercado El Cardonal todo se mojaba, pues aún no existía un techo que tapara los pasillos, lo que sería una intervención posterior. Así, por la manzana interior, se transitaba con paraguas. Como había plata, existían varios que no descargaban con lluvia, mientras otros lo hacían igual. El abastecimiento general se cortaba gracias a la lluvia, pues no se podía trabajar en los campos y los caminos eran interrumpidos:
“Entonces ellos vendían más caro, vendían mejor ¿Entonces qué hacían el día que se ponía a llover? Inventaban un asado, inventaban un juego de brisca, inventaban comidas, sándwich alemán. Cualquier cosa, o bien se iban a O’Higgins, que en el cerro O’Higgins estaban las casas de recreo, las en que la gente iba a comer, iban a bailar y había gente que tocaba el piano y le alegraban la vida” (Máximo Silva, dirigente).
Una de esas mojadas madrugadas Manuel Ruete se ofreció a llevar a una mujer. Antes de que el vehículo saliera del perímetro del Cardonal, un viejo cargador lo detuvo y Ruete bajó el vidrio. El cargador estaba completamente mojado, y le pidió dinero. Ruete se metió la mano al bolsillo, apurado porque el olor vinagre no entrara al vehículo y espantara a la mujer que tenía al lado, y le pasó un billete fuerte. El hombre se perdió en la lluvia, y desechando una recomendación de Ruete, enfiló a un bar. Cuando se acabó el dinero, la lluvia no cesaba, y el cargador trató de caminar a su casa, pero quedó en algún lugar, derrumbado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario